El Everest
“Hay
senderos a los que nuestros propios miedos vuelven intransitables. La
inseguridad y la angustia pueden llenar de abismos hasta los actos más
sencillos. Cada uno tiene su propio Everest.” (Los
Padecientes – Gabriel Rolón)
Cada vez que leo una frase de este tipo,
permanece dando vueltas en mi cabeza por más tiempo del que me gustaría. La
hago mía y la utilizo en cada conversación que puedo. Todas las circunstancias
a mí alrededor se convierten en un motivo para desarrollar aún más lo que pienso
sobre dicha frase. Este trabajo me dio eso, la posibilidad de dejar por escrito
todo lo que esas líneas han despertado en mí, y entonces dejarla descansar en
mis pensamientos, para que estos puedan obsesionarse con una nueva frase.
“Hay
senderos a los que nuestros propios miedos vuelven intransitables.”
A los 6 años, cuando aún era muy pequeña,
descubrí cual era el amor de mi vida. El teatro. No se si seremos el uno para
el otro, pero para mí lo es prácticamente todo.
No encuentro nada mejor que poder subirme a
un escenario, hacer lo que amo – y lo que creo que mejor se hacer – y que eso
provoque algo en los demás. No tengo ningún tipo de miedo que me impida pararme
delante de una, cien o mil personas y entregarlo todo… Siempre y cuando esa que
esté ahí arriba no sea yo.
Cuando estoy actuando, me meto en la piel de
mi personaje y me transformo. Ya no soy MisteriosaAlguien. Y en cada una de esas pieles,
descubro cosas, encuentro características que me gustaría tener, y me las
quedo.
Gracias a ir cosiendo sobre mi piel un
pedacito de cada uno de mis personajes, voy haciendo pasitos, pequeños o
grandes, por mí sendero. Puedo quedarme
con lo que necesite de cada una de sus historias, y utilizarlos para escribir la
mía.
Entonces, solamente cuando puedo evocar a
algún personaje soy capaz de enfrentarme a muchas circunstancias, donde hay
otra gente, que no es un público. Lo hago prácticamente sin darme cuenta, es
automático, no lo controlo. Me aferro a los personajes, para que los miedos de
MisteriosaAlguien ya no existan, y una vez que supero ese pedacito del camino, vuelvo a
ser yo. Aunque una yo diferente, porque cada paso te va cambiando.
Y cuando menos me doy cuenta, llego a un
punto en el que no se cual soy yo, cual es mi personaje, y cual fui. No se si
quiero ser quien soy ahora, como era, o como alguno de ellos…
“La
inseguridad y la angustia pueden llenar de abismos hasta los actos más
sencillos.”
Jamás dudo antes de actuar, tomo decisiones y hago lo que tengo que hacer. O
dejo de hacer lo que he decidido dejar de hacer. Cuando me apoyo en ese “súper-personaje”
creado de pedacitos de piel de otros para tomar una decisión, no hay nada que
se cruce en mi camino y me haga desistir. Pero, a partir del momento en el que
no hay vuelta atrás, cuando vuelvo en mi, comienzo a dudar.
Los planteos autodestructivos no pierden
tiempo para atropellarse, arremolinarse y confundirme. Dudo de cada una de las
cosas que dije, hice, y hasta pensé. Lo analizo todo, segundo a segundo y
encuentro errores. No paro de descubrir cosas que hice mal, o que podría haber
hecho mejor. Ya no hay personaje, soy
yo.
Yo que me siento en medio de una avalancha,
todas mis responsabilidades cayendo sobre mi; porque siento que eso que hice
mal, me va a marcar para siempre. Es sentir, una y otra vez, que todo mi mundo
se desmorona de la forma más lenta y dolorosa.
Cada pequeño desafío que hay en mi vida sigue
el mismo proceso: soy yo y todas mis pieles encarando mí destino; me desprendo
de ese tapado, y estoy sola para soportar la incertidumbre de esos potenciales
fracasos o victorias; y encontrarme cara a cara con mis fracasos, o escuchar
los aplausos de los que me observan y me juzgan cuando hago algo bien.
“Cada
uno tiene su propio Everest.”
Y puede que no sea uno, sino varios…
Y mis Everests, pueden ser un sendero llano
para otros. De la misma manera que a mi me resulta natural subirme a un
escenario e interpretar un personaje, el Everest de otra persona puede ser
hablar, incluso, frente a sus mejores amigos.
Cada situación que enfrento, es como subir a
la montaña más alta del mundo. Primero hay que enfrentarse a ella, aceptarla y
prepararse para lo que sea. Escalarla no es fácil, y mucho menos es algo
rápido. Y la bajada tampoco es sencilla. Porque, aunque hayas llegado a la
cima, hay mucho camino de vuelta a la base, y nunca sabes que puede pasar en
ese trayecto.
Solo sabes que has logrado escalar tu
Everest, cuando estás de vuelta en casa.
Yo con mis personajes enfrento todos los
Everests que se me presentan, me armo de valor y escalo. Cuando estoy en la
cima, dejo de lado ese tapado de pieles que me ayudar a subir y miro hacia
abajo. Al hacer eso cometo el mayor error, siento vértigo, comienzo a dudar y a
temer, porque todavía tengo que bajar de allí. Pero ya es muy tarde, porque el
viento se ha llevado mis pieles y tengo que bajar yo sola. La bajada es
atropellada y confusa, sufro más este camino que el de subida. Y de repente… Me
encuentro en la realidad, he llegado a la base. A veces estoy herida, me cuesta
respirar y no se si podré levantarme para volver a casa. Pero otras, el aire de
la montaña me ha hecho tan bien, que tengo ganas de escalar de nuevo.
…
Lo primero que pensé cuando decidí hablar del
Everest como una meta a alcanzar, fue que la mía era “poder vivir del teatro”, que es lo que en realidad me hace feliz.
Pero, me di cuenta que ese no era mi mayor Everest. Porque a mi el teatro no me
cuesta, nunca lo sufro.
Mi Everest está en la realidad, en el
presente, en mi dificultad para entender que esos personajes que utilizo para
subir son parte de mí, también son MisteriosaAlguien, porque hace mucho tiempo que
viven conmigo. Hoy me doy cuenta, que si no intentara desligarme de ellos, todo
sería más fácil; el tratar de dejarlos de lado es lo que me confunde, lo que me
hace dudar.
No puedo decir que vaya a resolver todos mis
problemas llegando a esta conclusión, pero si puede que gracias a ello haya
llegado a una nueva base. Es probable que ahora, en casa, me dedique a terminar
de coser mis pieles.
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Este es un escrito que hice para mi carrera, y nada, como todo lo que hago decidí publicarlo. Estoy muy interesada en conocer el Everest o los Everests de otras personas. Si alguien lee esto y quiere comentarme, me haría muy feliz...