En fin, quiero compartirles mi cuento, porque estoy orgullosa de el, es que realmente me ha gustado. Ademas lo he escrito ayer en unas cuatro horas, a base de la película con diálogos de allí, y me encanta el resultado. Quizá está mal que yo misma diga eso, pero la realidad es que si, me encantó. Y ademas otra gente me ha dicho que es bueno así que ahora les toca leerlo.
Lo que advierto es que lo hice medio a las apuradas, lo leí a las apuradas y la corrección lo hice sobre la impresión que he entregado así que me han quedado cosas mal escritas o que no he sacado o así...
Alicia
Llevan ya mucho tiempo con el examen en las
manos, es ahora o nunca. Alicia deja de escribir y se detiene para leer las
preguntas una vez mas, entonces escucha. Puede escuchar el silencio de fondo,
el silencio roto por el correr de las lapiceras en el papel y el ruido del
reloj en el frente del salón. Tic tac, tic tac.
-Quedan 20 minutos 15…- anuncia la profesora
mientras recorre el salón y cuenta unos segundos mas.
Alicia no puede dejar de concentrarse en el
ruido del reloj... Es cada vez mas fuerte, esta segura. Puede sentir el ruido
taladrando en su cerebro, se queda sin tiempo. “20 minutos 15” resuena en su
cabeza mientras el “tic tac” se hace más y más fuerte. La cabeza de Alicia se desliza
en silencio sobre la hoja del examen.
Alicia se siente caer, siente que abandona,
ya no tiene tiempo; no va a terminar. Siente que todo a su alrededor desaparece.
Todo menos… el tic tac, tic tac, que se
vuelve ensordecedor. Siente como si fuera absorbida por un túnel turquesa, que
se hace celeste, azul, ¿turquesa? Se va hacia atrás, se aleja del salón sin
moverse. Cierra los ojos con fuerza y se tapa los oídos.
Todo se queda quieto, entonces escucha
sonidos diferentes a los del salón. Tiene miedo, se queda quieta. Y entonces
cree reconocer esas voces:
-No estoy convencida- dice una.
-Claro que está dormida- contesta la otra.
-Pero si no lo está, no lo está- responde la
primera voz.
-Pero si lo estuviera podría estarlo- contraataca
la segunda voz.
-¡No está!- grita la primera. Entonces Alicia
se da cuenta que hablan de ella y levanta la cabeza.
-Como me voy a dormir si estoy…- queda entre
espantada y sorprendida, esa no es su voz.
Y podría jurar que hace cinco minutos no
estaba allí, no llevaba ese uniforme y por supuesto no tenia cuatro años. Sus
dos compañeritas la miran y encantadas con la confusión de Alicia se ríen.
Entonces una empuja a la otra.
-No te rías.
-Claro que me río.
-¡Que no!- Se van discutiendo.
Alicia se levanta de la pequeña sillita y se
toma un momento para observar alrededor. Conoce ese lugar, es el jardín del
colegio. Su jardín, su colegio. Pero… ¿Cómo? Mira a la gente alrededor, son sus
compañeras. ¿Se ha dormido?
El timbre suena y todo el mundo se sienta en
las mesitas, sus dos compañeras que ya han abandonado la pelea se sientan una a
cada lado de Alicia. La señorita enfrente de ellas comienza a contarles un
cuento, “Alicia en el país de las maravillas”. Le gustaba mucho ese cuento,
porque la protagonista lleva su nombre.
Entonces recuerda que se ha dormido y se pellizca
para despertarse, pero no funciona. Mira a sus compañeras que están ocupadas
lanzándose crayones y las detiene.
-¿Saben que hora es?
-No- dicen al unisonó.
-Yo pregunto- dice una.
-No yo.
-Yo- para detenerlas Alicia levanta la mano.
-Alicia- asiente con ternura la señorita.
-¿Que hora es, seño?- pregunta, sin pensarlo.
-Faltan 20 para las 15. Digo, para las tres-
se corrige.
-Ah. Y… ¿Puedo ir al baño?- pregunta aun confundida.
La señorita asiente con dulzura.
Alicia sale y se queda mirando por la puerta
entreabierta. Que pequeñitas eran todas, ella también. Se mira los pies y
vuelve a mirar por la puerta. Que graciosas eran todas jugando y riendo.
Termina de cerrar la puerta y se para en medio del jardín. Esta rodeada de
colores, de juegos, de dibujos.
Corre hasta una de las calesitas y pasa una de
sus pequeñas manos, esta fría. Entonces… ¿No esta soñando? Mira un momento más
su añorado jardín y corre al baño. Se trepa en el lavamanos para poder verse
mejor en el espejo. Es pequeña, tiene cuatro años. Entonces ve a alguien atrás
de ella. Conoce a esa seño, no es de jardín, la tuvo en otro año del colegio.
Se da vuelta y se baja rápidamente.
-No te asustes- le dice. Ahora sabe quien es,
es su señorita/profesora favorita. Esta vestida de blanco y lleva colgando en
las manos un reloj- Pero no tenemos mucho tiempo.
-¿Tiempo para Que?- pregunta la pequeña
Alicia.
-Quiero que recuerdes todo lo que recorriste
antes de darte por vencida- entonces la señorita desaparece y el reloj cae al
piso.
Al caer el reloj hace un ruido efímero en
comparación con lo que escucha después. Otra vez el… Tic tac, tic tac, que se
hace cada vez mas fuerte hasta aturdirla. Se tapa los oídos, cierra los ojos
con fuerza y se deja caer al piso. El piso bajo sus pies y el techo sobre su
cabeza tiemblan. De pronto todo deja de moverse y el sonido se detiene.
Levanta lentamente la cabeza y mira hacia los
costados sorprendida. Ya no esta en el baño de jardín con las puertas de
colores. Ahora esta en el baño del patio de la Virgen.
Se mira en el espejo del baño y… ¿Ha crecido?
Sale corriendo, y asoma sus ojos por los vidrios de todos los cursos de la
planta baja tratando de descifrar en cual debería estar ahora. Entonces las ve.
Todas las chicas están sentadas escribiendo en sus cuadernos. Se detiene a
observarlas un minuto. Llevan las medias altas hasta las rodillas y el delantal
exactamente sobre éstas; no hay ninguna que tenga el pelo suelto, todas con el
pelo bien ajustado.
-Alicia- pronuncia lentamente la señorita-
Estas algo… despeinada… ¿estuviste peleando en el recreo?- Alicia no dice nada-
¿Quieres que te peine?- no le da tiempo de decir nada porque ya le esta
acomodando el cabello. No sabe cuando se despeino, quizá mientras las cosas
temblaban.
-Yo quiero despertar- susurra asustada.
-No deberías pelear, solo debes seguir tu
camino- prosigue la señorita.
-No estaba peleando.
-Solo hazme caso y toma asiento, es la única
enseñanza que te daré en este momento.
Alicia corre hacia su asiento y se acomoda.
La profesora comienza a caminar con movimientos lentos y sigilosos entre las
alumnas, susurrando cosas. Pero Alicia se entretiene con algo en la ventana. Es
ella, es la señorita con el reloj, y se lo está señalando. Los susurros de la
señorita se hacen un murmullo sordo y empieza a retumbar en el aula el tic tac,
tic tac. De pronto no tan solo suena, el ruido de las agujas hace eco. Esta vez
Alicia intenta mantener los ojos abiertos, piensa que así podría despertarse.
El sonido se vuelve insoportable y se ve obligada a taparse los oídos y cerrar
los ojos.
Cuando siente que todo a su alrededor es
“normal” abre los ojos. Esta sentada en una de las aulas, mira a sus compañeras
y no puede descifrar en que año exacto están. Voltea a su derecha y ve a su
compañera de banco, están en sexto.
Como han cambiado las cosas, ahora la mayoría
lleva el primer botón del delantal desprendido, las medias bajas y el pelo
suelto. Las conversaciones son diferentes, los temas son diferentes, porque las
risas nunca dejan de faltar.
La señorita sentada en el banco al frente del
aula levanta lentamente la cabeza pasando su mirada por sus alumnas. Se levanta
y camina alrededor del curso hasta pararse al lado del banco de Alicia.
-Bien chicas, el tiempo corre, así que comencemos-
dice la señorita y se levanta- saquen una hoja y escriban su nombre, prueba
sorpresa.
-¿Esta loca?- se oye un susurro de una
esquina al fondo. La señorita se voltea tratando de encontrar a quien hablo.
-¿Creen que he perdido la razón?- todas
asienten y ríen.
-Me temo que sí. Está demente. Pero le diré
un secreto. Las mejores personas lo están.- Alicia deja salir las palabras de
su boca sin darse cuenta. Pronto se arrepiente, porque ni siquiera quería decir
eso.
La señorita suelta una estruendosa carcajada
y se acerca a Alicia. Se arrodilla en el banco a su lado y la mira a los ojos.
-Aun crees que es un sueño, ¿verdad?
-Claro, todo esto lo fabrica mi mente.
La señorita vuelve a reírse justo cuando
golpean la puerta. La señorita con el reloj entra y mira con complicidad a la
que estaba en el aula.
-Ya no hay tiempo, necesitamos apurarnos.
Entonces el tic tac del reloj suena dentro
del aula, suena fuerte e insistente, suena rápido. Tic tac, tic tac, tic tac,
tic tac… No deja de sonar, se acelera cada vez mas hasta que se convierte en un
ruido de interferencia que se hace agudo en el aire y Alicia cree perder el
sentido. El ruido se calma, es mas no hay ruido. No se escucha absolutamente
nada.
-¡ALICIA!- alguien grita y se levanta
asustada- No puedo creer que estés tomando una siesta cuando… ¡¡¡Alguien ha
dejado migas en mi escritorio!!!-
-¡Lo siento mucho!- dice Alicia.
-Ya no sirve.- la profesora comienza a
moverse entre las alumnas- ¿has sido tu?- apunta a una al fondo que se encoge
en el asiento.
-No profesora.
-¿Y tu?- señala a otra que casi se cae de la
silla del susto.
-No profesora.
-¿Y tu, Alicia?- pregunta a Alicia
-Yo no…- pero en su banco aparece una
servilleta llena de migas. Eso no estaba allí, esta segura.
-Has sido tu- Alicia niega desesperada- ¡Que
le corten la cabeza!
De pronto el tiempo se congela en las caras
de espanto de sus compañeras. Alicia mira a su alrededor, esta en séptimo, el
año en que volvieron a ser las mas pequeñas. Ahora, casi todas llevan el pelo
suelto, y son contadas las que tienen el uniforme en condiciones. Pero es la
moda y debe cumplirse. Están muy cambiadas. Está riéndose de cómo se ve ella
misma cuando la señorita con el reloj aparece.
-Lo siento, eso ha sido demasiado.
-¿Que ha sucedido?
-Ayer las han separado, están todas asustadas.
-Eso parece.
-Es difícil, pero se acostumbran lo prometo. Ahora
apúrate que se hace tarde- deja el reloj sobre la mesa de Alicia.
El reloj comienza a vibrar y suena como si
fuera una alarma, cada vez más fuertes, entonces Alicia se rinde, sabe que no
podrá evitarlo. Mientras más rápido se vaya mas pronto volverá a resolver el
examen de la facultad. Se tapa los oídos y cierra los ojos.
Alicia siente que el suelo se abre bajo sus
pies y de pronto siente un golpe, acaba de caerse. Abre los ojos. Están todas,
absolutamente todas sentadas en las tribunas de la cancha. Hacía cuanto que
Alicia no pisaba aquel lugar. Una de las profesoras esta parada al frente. Ya
recuerda ese momento, les están hablando del futuro, aunque aun les queda un
año en el colegio.
Alguien levanta la mano y pregunta que tan
difícil es la facultad. La respuesta es entre evasiva y sincera. Es difícil al
principio, pero luego… Luego mejora.
-Es importante que esta vez no elijan por sus
amistades como han hecho otras veces. También deben saber que no pueden vivir
complaciendo a otros. La decisión debe ser suya. Estarán solas allá afuera,
cuando se enfrenten a la realidad.
Todas asienten, algunas están llorando porque
no pueden creer que ya quede tan poco. Solo un año. En poco tiempo todas van
desapareciendo. La profesora mira a Alicia.
-¿Alguna pregunta?- le dice la profesora con
ternura.
-Si- Alicia titubea porque en ese momento ve
entre las escaleras a la señorita del reloj que le dice que el tiempo se acaba.
-¿Usted sabe si esto es real?
-¿En serio crees que existe algo que no sea
real?
La señorita del reloj baja las escaleras.
-Alicia el tiempo esta llegando a su fin.
-¿Que haré con el examen?
-No lo se, esto fue solo un sueño, ¿verdad?-
le pregunta mientras balancea el reloj entre sus manos.
La profesora que estaba allí hace un momento
ha desaparecido. Todo está desapareciendo. Las imágenes se vuelven borrosas,
Alicia se siente mareada y se sienta en la tribuna. Y de pronto…
-Quedan 20 minutos 15…- anuncia la profesora
mientras recorre el salón y cuenta unos segundos mas.
Alicia levanta la cabeza que tiene apoyada
sobre la hoja y mira, lo ha terminado. Pero ¿Cómo? Mira hacia el frente sin
lograr comprender como ha vuelto allí, o como ha terminado el examen, si acaba
de… ¿Soñar? ¿Dormirse? ¿Qué ha sucedido? ¿Lo ha imaginado? En la fila de adelante,
una chica se da la vuelta. Alicia podría jurar que tiene el mismo rostro que la
señorita del reloj, le guiña un ojo y luego desaparece.
-¡Entreguen!- anuncia la profesora, y aun
confundida Alicia se levanta a entregar.
Fin.
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