martes, 30 de diciembre de 2014

Leyendo Fangirl #2


Continuando con mi proyecto de ir haciendo los trabajos que le encargaban a Cath (y aunque ayer me he colgado y ademas ya he terminado el libro)... aquí esta la segunda consigna: un relato desde el punto de vista de un protagonista mentiroso (no estoy segura si es exactamente así como sale en el libro).

No estoy muy segura si estará bien, pero bueno, por lo menos he escrito algo. Sería genial tener una profesora Piper para que leyera las cosas que escribo...

Y ahí estábamos. Había esperado tanto tiempo por este momento y ahora, que había llegado, no sabía que hacer. Mire sus hombros, porque no pude subir la mirada y luego me mire las manos. Me encontré mirándome los pies mientras la lluvia cubría nuestros cuerpos. 
Extendió su mano hacia mi barbilla pero me corrí antes de que siquiera llegara a acercarse. Me aparte, porque sentí miedo. Medio levante la cabeza y trate de encontrar sus ojos, pero su mirada estaba perdida a un costado y se notaba que lo había lastimado.
-Lo siento- le susurré, pero en realidad no lo sentía. Volvió su mirada hacia mi.- No puedo controlarlo.- traté de explicarle, pero el problema era que yo creía que si podría controlarlo, si quisiera.
-¿Y entonces?- me preguntó mirándome desde arriba pero como si en realidad no hubiera ninguna diferencia.
-Entonces será mejor que te vayas- le solté y una lagrima amenazó con correr por mi rostro.
-¿Eso quieres?- me preguntó y yo asentí mordiéndome el labio inferior.
Hice fuerza con mis dientes para no llorar, si me hubiese mirado en ese instante hubiese notado el movimiento tenso de mi mandíbula. Hubiera notado que no le estaba siendo sincera. Me podría haber besado. Quizá no me hubiese apartado.
-Vete- mascullé- quiero que me dejes sola.- le dije y miré hacia otro lado.
Sentí como se daba vuelta y caminaba hasta su camioneta. Se subió y luego de unos instantes ya se había ido. Me miré las manos de nuevo y me perdí en las gotas de agua que rodaban por mis dedos. Trate de contenerme pero no pude y un grito algo ronco surgió desde el fondo de mi alma y salió por mi garganta. Me vi caer y llorar con la cara muy cerca del suelo mientras golpeaba el asfalto con las manos. Me vi sangrar; pero no me atreví a admitirme a mi misma que me había caído, que lloraba o que sangraba.
Me levanté y caminé en silencio hasta mi casa. Porque el silencio otorga me di cuenta que había vivido en una fantasía toda mi vida. Me había creído que cuando llegara el indicado todo cambiaría, que mi cuerpo lo aceptaría y que yo podría soportarlo. Pero no podía, me dolía incluso, que intentara tocarme. No estaba hecha para el contacto con los otros, el problema no eran los demás. El problema era yo. 

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